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UNA IDEA CRIMINAL

  • La Opinión
  • 25 Mar 2020

Los expertos, incluyendo a los de la Casa Blanca, así como epidemiólogos y profesionales médicos, están de acuerdo en que la semana que inicia será la peor desde que empezó la crisis del coronavirus. Ya notamos un crecimiento dramático en la cantidad de nuevos casos por día, y por desgracia, en la cantidad de muertes.

Comparado con países como China, Japón, Corea del Sur que han confrontado exitosamente la pandemia, EEUU está muy por detrás en la coordinación del esfuerzo contra la expansión del virus. La falta de liderazgo desde la Casa Blanca es tal que los gobernadores han tenido que dirigir los esfuerzos, convirtiéndose así en los verdaderos héroes del momento.

Pero cada gobernador, obviamente, brega por los intereses de su propio estado. Todos están a la caza de lo que falta en sus hospitales: kits para diagnosticar el mal, máscaras, respiradores, faltan camas en hospitales.

Peor: faltan médicos, por

que están empezando a caer víctimas del mal al contagiarse ellos mismos.

Hay que decirlo: la situación empeora.

Falta la coordinación nacional.

Pero Donald Trump, presidente de Estados Unidos, vive en otro mundo. Describe una realidad que no existe.

Mientras ello no obstaculizaba la respuesta nacional al coronavirus, esa conducta de Trump era solo la típica: deshonesta, partidista, divisiva, mentirosa.

Pero el plan de Trump de levantar las órdenes de confinamiento, de así reactivar la economía, que millones vuelvan a sus trabajos, los niños regresen a sus escuelas, cuando la epidemia mata, es criminal.

Trump quiere “abrir el país” y lo secundan una jauría de adeptos. A la estupidez, la avaricia, se suma la crueldad de esta administración.

Trump dice: “No podemos dejar que la cura sea peor que el problema en sí”, refiriéndose a los problemas económicos que la epidemia está causando. ¿Cómo puede ser peor?

Sí, estamos en plena recesión. Sí, durará cuatro o cinco difíciles años. Sí, la economía mundial está en honda crisis. Sí, la cantidad de despedidos y desocupados aquí es de millones, y desgraciadamente va a crecer.

Pero la política de volver a trabajar como si no pasase nada es un reflejo del fracaso de nuestros dirigentes en Washington. Motivada por ineptitud, por avaricia o ambas cosas. Al fracasar en el deber de proteger a la gente, deciden o simulan decidir que no importan.

La reacción contra las declaraciones de Trump fueron inmediatas y generalmente contrarias. Él mismo tuvo que declarar en su conferencia de prensa diaria, ayer, que su primera preocupación es “el bienestar de la gente de este gran país nuestro”. Pero sigue presionando para sacar a la gente de las casas.

Hay que detener esa peligrosísima idea antes de que se inicie. La vida de muchos depende de eso.•

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