Gustavo Ruiz sale a las calles de Maracaibo con un grupo de voluntarios, formado por médicos, odontólogos y otros civiles para repartir medicinas a las personas con más necesidades. Camina por los barrios humildes y entrega una comida por día a las familias de Venezuela. “Es poco, pero es nuestro granito de arena”, dice a la nacion el joven de 26 años.
El abogado es parte de Voluntarios x Venezuela (VXV), una red de ciudadanos que participa de los esfuerzos para atender la emergencia humanitaria. Convocados el 10 de febrero por el presidente encargado y líder opositor, Juan Guaidó, los voluntarios ya suman más de un millón dentro y fuera del país.
“Todos tenemos un rol funda- mental para que la ayuda llegue a las personas que la necesitan y para lograr el cambio en Venezuela”, dice en el video de presentación Roberto Patiño, coordinador nacional de la organización. Además de los puntos de acción dentro de Venezuela, VXV cuenta con más de 200 centros de acopio en otros 32 países.
Pero el camino no es fácil. A José Manuel Muqueza Álvarez todavía le duele el brazo luego de que el 23 de febrero fuera atacado, junto a otros voluntarios, por grupos paramilitares que intentaban robarles los teléfonos y las cámaras que usaban para documentar las movilizaciones en la ciudad de Upata, en el estado de Bolívar.
“Fuimos testigos de represiones brutales, pero los que se llevaron la peor parte fueron los indígenas pemones en Santa Elena de Uairén, en la frontera con Brasil”, cuenta a la nacion Muqueza Álvarez, un político de 25 años, miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Nacional. Por lo menos 25 personas fueron asesinadas durante las protestas en esa localidad, según denunciaron representantes de la comunidad indígena.
Otra de las actividades promovidas por VXV para el 23 de febrero consistió en la difusión de una campaña llamada #Soldadoescucha, en la que se enviaron “mensajes de reflexión” a los militares para que “se pongan del lado del pueblo, dejen entrar la ayuda humanitaria y acompañen a lograr la libertad”. Según Patiño, que estuvo en Ureña, fronteriza con Colombia, “eran pocos los grupos que intentaban bloquear la entrada de la ayuda y muchos militares mostraba n desacuerdocon las órdenes que recibían ”.
Algunos voluntarios realizan trabajos con menor visibilidad pero igual de importantes. Jeisson Silva tiene 24 años, es diseñador gráfico y activista digital. Su labor consiste en “concientizar y difundir información con el fin de brindar apoyo a la causa”. El caraqueño da soporte en los canales de comunicación de VXV para asegurarse de que la información esté disponible para todos los voluntarios y potenciales adeptos.
“Hemos ayudado a superar bloqueos impuestos por operadores del Estado en cuanto al acceso y registro a nuestra red”, dijo a la nacion.
Cristina Battes recibe alimentos no perecederos, medicinas e insumos de higiene personal. Los mete en distintas cajas que clasifica y etiqueta para agilizar el envío de ayuda humanitaria. “Cada uno tiene su rol para ayudar a Venezuela; el mío es logístico”, señaló a la nacion desde un centro de acopio en Santiago de Chile, donde trabaja como voluntaria desde que comenzó el movimiento.
La abogada de 40 años salió de Venezuela en diciembre pasado “forzada por la necesidad”. Su madre aún vive en el país y tiene cáncer de mama. “Es muy difícil conseguir los medicamentos para mi mamá. Algunos se consiguen en el mercado negro, pero son muy caros y no los podemos pagar”, cuenta Battes.
Los médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud son algunos de los voluntarios más valiosos dentro de la red, debido a la crisis de desabastecimiento de remedios en farmacias y hospitales en el país.
“La necesidad de ayuda en Venezuela es inmensa, pero debemos priorizar para llegar primero a los que están en peligro de muerte. Esas personas son los menores de 3 años en riesgo de desnutrición, las mujeres embarazadas y lactantes, adultos mayores dependientes, personas con enfermedades crónicas y pacientes”, explicó el doctor Julio Castro, médico internista infectólogo y miembro de VXV.
En República Dominicana, Wilmer Paul asiste cada vez que lo convocan al centro de acopio de Santo Domingo. Allí, ayuda a registrar nuevos voluntarios y comparte información con los dominicanos acerca de la situación en Venezuela.
“Mientras más voluntarios seamos mejor, así demostramos el fuerte aval por parte de los venezolanos para que se celebren elecciones democráticas y libres”, dijo este emprendedor de 42 años, que vive en República Dominicana, aunque su familia sigue en Venezuela.