Ya sabemos la proclividad de buena parte del equipo del próximo gobierno mexicano hacia los regímenes autoritarios, populistas y sanguinarios en América Latina, que parecen dar sus últimos y desalmados coletazos. Ninguna moción de censura ha merecido la matanza de jóvenes en Nicaragua de parte del equipo del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.
Por el contrario, dirigentes y parlamentarios de su partido, Morena, acudieron al Foro de Sao Paulo, en La Habana, Cuba, donde firmaron un documento en defensa de la masacre de Daniel Ortega en Nicaragua y solidaridad con el régimen decrépito de Nicolás Maduro en Venezuela.
¿Esa es la izquierda que nos va a gobernar?
¿La que entra al poder con piel de oveja, como Ortega y Chávez, y se desliza hacia la dictadura del “socialismo del Siglo XX!”? El presidente electo ha tenido pronunciamientos alentadores sobre el respeto a las libertades y a la separación de poderes, pero una parte del equipo que lo acompaña y de los votantes que lo llevaron al poder cierran filas con Daniel Ortega y con Maduro. Los líderes de los dos partidos gobernantes en México a partir de diciembre, Yeidckol Polevnsky y Alberto Anaya, firmaron el documento en favor de los regímenes de Nicaragua y Venezuela. Uno de sus conspicuos representantes, Gerardo Fernández Noroña, pidió en La Habana que les dieran tiempo, que tienen mayoría en el Congreso para revertir las reformas liberalizadoras, “aunque hay que acumular más fuerza y (elegir) el momento para hacerlo”.
Por eso tiene razón el expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz 1987, Óscar Arias, al afirmar que “el triste retroceso de Nicaragua nos recuerda que la paz no puede darse por sentada. Que la libertad hay que rescatarla constantemente de la amenaza del populismo y de los delirios autoritarios”.
Ni una palabra de condena ha pronunciado el equipo de política exterior del presidente electo de México por el asesinato de más de 300 jóvenes desarmados en Nicaragua, a manos de grupos paramilitares del gorilato corrupto de Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta, Rosario Murillo. Esos jóvenes asesinados por el gobierno nicaragüense, Millennials todos, ¿no cuentan? Mientras el mundo democrático, México incluido, le exige a Ortega parar la matanza, los responsables de la política exterior del presidente electo de México reiteran el estribillo de que “la mejor política exterior es la interior”.
Se toma ese juego de palabras como pretexto para dejar hacer y dejar pasar en Nicaragua, porque hay corrientes en el próximo gobierno mexicano que hacia allá nos quieren llevar.
¿No? ¿Entonces a qué fueron a La Habana la presidenta de Morena y el presidente del PT –los dos nuevos partidos gobernanAndrés tes en México–, sino a firmar el documento de solidaridad con el régimen nicaragüense y el venezolano?
En un espléndido artículo publicado ayer en El País, el ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos nos ilustra que los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua están colapsados y van a caer de misma manera que el dominó de países socialistas de Europa del Este luego del derrumbe de la Cortina de Hierro. Sostiene Villalobos que en Venezuela hay un desastre económico y social, “resultado de haber expropiado más de 700 empresas y cerrado otras 500 mil por efecto de los controles que impuso al mercado. El chavismo destruyó la planta productiva y perdió a la clase empresarial, gerencial y tecnocrática del país”. (Preocupa nuestro presidente electo al decir que el ITAM, por ejemplo, es un think tank neoporfirista).
“Más de tres mil millones de dólares venezolanos parieron la autocracia nicaragüense, pero, cuando el subsidio terminó, el gobierno intentó un ajuste estructural y estalló el actual conflicto”, apunta Joaquín Villalobos, en referencia a los asesinatos de Ortega contra jóvenes desarmados.
Los venezolanos, que realizaron más de cinco mil protestas en lo que va de 2018, “sufren hiperinflación, una criminalidad feroz, escasez de comida, medicinas, gasolina y dinero circulante; los servicios de energía, agua y transporte están colapsados”, explica Villalobos.
Sin nadie que los subsidie, Cuba, Venezuela y Nicaragua se enfrentan a la paradoja –apunta Joaquín Villalobos– de cambiar su lema de “socialismo o muerte” por “capitalismo o muerte”. En México, hoy y en los años que vienen, habrá que tener presentes las sabias palabras de Óscar Arias: “la libertad hay que rescatarla constantemente de la amenaza del populismo y de los delirios autoritarios”.