El asedio a la República Bolivariana de Venezuela reproduce una inflación estructural, profundiza la hiperinflación, a su vez se instrumenta una especulación excesiva de la moneda nacional, el desabastecimiento, imponiendo ahora el ilegal uso del dólar en las transacciones internas, para tratar de contrarrestar el efecto de la volatilidad de los precios y se hace parte de las herramientas de subversión de la economía venezolana.
A esta coyuntura económica actual de Venezuela, habría que agregar el fenómeno estructural de una economía configurada en torno al modelo rentista petrolero, sobre el
que se basan los sistemas y subsistemas económicos.
La hiperinflación. Quienes abanican la dolarización, lo hacen como una pretendida solución a la volatilidad de los precios, puesto que se aplicó en otros países como consecuencia de la hiperinflación. En Venezuela, aún en tiempos de plena oferta de productos, ha habido inflación, esto debido al factor especulativo. Una dolarización no asegura que las prácticas especulativas no se trasladen de una moneda a la otra. Pérdida de soberanía. La emisión de moneda y la regulación de la actividad monetaria es un acto soberano de los Estados. La dolarización económica implica la entrega a la Reserva Federal de EE.UU., del manejo de la política monetaria de Venezuela (Guerra). Es la opinión de un economista prominente de la oposición política. Bajo estas condiciones, el país queda sujeto a instancias externas sobre las cuales poco o nada puede hacer.
El ingreso petrolero. Este es otro factor a considerar en una posible dolarización. En Venezuela, las exportaciones petroleras y no petroleras representan cerca del 96 % de los ingresos por divisas y son canalizados a través del Estado. En lo que coinciden los economistas venezolanos, que es una muestra clara de la formación económica parasitaria y dependiente de la renta del sector privado venezolano. Bajo la dolarización, la caída del precio petrolero, impactaría en una caída del PIB. La economía pasaría por un choque externo muy fuerte y no dispondría de una política económica para defenderse (Oliveros). Pérdida de competitividad. La dolarización implica una pérdida de competitividad, una profundización del rentismo y obstáculos para la diversificación de las exportaciones. El dólar sería una carga, dados los altos costos reales de producción, fuerte dependencia importadora y la existencia de una industria poco competitiva.
Salario mínimo. La incapacidad del Estado de emitir moneda dejaría solo en manos de las exportaciones la posibilidad de ingreso de la moneda circulante. A largo plazo, esto podría deteriorar el salario mínimo, de las remuneraciones en general.
Responsabilidad fiscal. Una economía dolarizada impone una austeridad en el presupuesto, que significa establecer límites a la inversión y política social. Lo que es posible atender por parte de los Estados con el manejo de su política monetaria.
En una Venezuela dolarizada, la supresión de programas sociales tendría consecuencias que parten de la profundización de las desigualdades sociales, inequidad en la distribución del ingreso y una contracción de la economía interna.