E l Metro de Caracas, que fue inaugurado en 1983 como un modelo de transporte masivo, lleva meses funcionando gratuitamente tras agotarse los boletos hechos con material importado. Con ello ha avanzado el deterioro de sus operaciones: retrasos de los trenes, constantes fallos técnicos, vagones con bajo mantenimiento, falta de aire acondicionado y escasa seguridad.
Las operaciones son totalmente subsidiadas desde que comenzó a notarse la crisis en el transporte público, que ha sacado de circulación a miles de autobuses privados por falta de repuestos, llantas, aceite y baterías.
El Gobierno responsabiliza de la crisis a las sanciones financieras aplicadas por Estados Unidos y dirigidas a decenas de funcionarios acusados de violar los derechos humanos o de corrupción.
En los primeros años de funcionamiento, el precio de un pasaje de metro era casi el doble de uno en autobús, pero con los años la situación se invirtió. Ahora el transporte superficial cobra 10.000 bolívares por viaje y el del subterráneo se quedó congelado en cuatro bolívares (los cuales dejaron de cobrarse por falta de boletos), un monto cuya equivalencia es difícil de calcular, ya que el dólar en el mercado negro se cotiza en 3.500.000 de bolívares.
La empresa estatal Compañía Anónima Metro de Caracas es la encargada de las operaciones, que requieren decenas de millones de dólares al año para mantener el servicio subsidiado. La jefa de la Comisión de Administración y Servicios de la Asamblea Nacional (Congreso), la diputada Nora Bracho, presentó un informe sobre el deterioro del metro como transporte gratuito, cuyo uso se extiende a medida que avanza la crisis en el trasporte público. El metro trabaja mal, es inseguro. Antes fue un modelo en América Latina en el transporte público, pero ahora es víctima de lo que toca el Gobierno. Los trenes no funcionan correctamente, las escaleras (mecánicas) están rotas, no hay mantenimiento. Algunos vagones funcionan con las puertas abiertas, dijo a dpa.
Bracho señaló que los problemas del Metro abarcan desde la falta de limpieza y de ingresos, hasta la inseguridad por hurtos y robos. Además explicó que la falta de personal también afecta a las operaciones, en medio de una desbandada de trabajadores que salen del país en busca de mejores horizontes.
No se exige un buen servicio porque no se cobra. Eso es insostenible. Sin ticket, a un precio irrisorio, eso no ayuda al mantenimiento de las instalaciones. En los vagones hay vendedores y aumentan los robos por la delincuencia, señaló.
Para Bracho, lo que está ocurriendo con el metro es parte de la crisis generalizada en el servicio del transporte público. Los estudios hechos en la década de los 70 indicaban que el sistema fue diseñado para transportar a 700.000 personas por día. Durante años el pasaje del Metro, que incluía un boleto amarillo magnetizado, estuvo en parte subsidiado. Este ticket ayudaba a cubrir parte de las operaciones. Sin embargo, los crecientes costos hicieron imposible que los ingresos por boletos financiaran el funcionamiento. En 2007 la empresa tenía 5.186 trabajadores y el pasaje de entonces solo cubría el 42,21 por ciento de la operación. Luego la tarifa estuvo congelada durante ocho años, lo que restó ingresos al metro.
En 2010, el Gobierno aprobó una inversión de 30 millones de dólares para volver a impulsar los trenes, reparar túneles, el sistema de tracción y frenado, el suministro eléctrico, vías férreas, ventilación en vagones y estaciones, además del servicio de escaleras mecánicas. El plan debía adaptar la tecnología francesa a la flota de trenes españoles que fue comprada a la empresa Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), en medio de denuncias de corrupción. El programa se firmó en 2008 por un costo de 1.850 millones de dólares, lo cual incluía 48 trenes nuevos. Los trenes de nueve vagones, pintados de rojo, tienen una capacidad de hasta 1.530 personas, entre sentados y de pie. La agrupación no gubernamental Familia Metro estima que a diario ese número es superado en los recorridos.