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abril 26, 2019- ContraReplica
- 25 Apr 2019
- ANDRÉS CAÑIZÁLEZ • Periodista e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas.@infocracia
Pasan los días de este 2019 y no se perciben, al menos a simple vista, señales de que Nicolás Maduro se esté preparando para dejar el poder. Él mismo en una alocución, de esas que son de transmisión obligatoria por toda la radio y la televisión del país, ha dicho “yo estoy gobernando”. Y no deja de tener razón Maduro. Enumera: yo me mantengo al frente del gobierno, tengo el respaldo de las fuerzas armadas y controlo la hacienda pública. Con menos cosas se gobierna a decir verdad. El problema es que Maduro cree que son sinónimos ejercer el poder y ejercer el gobierno, y no siempre lo es.
Maduro no gobierna, en verdad. Está en el poder, y nadie lo duda, pero de allí a gobernar es otra cosa. Venezuela está sumergida en un verdadero colapso de los servicios, con la peor hiperinflación del planeta, y Maduro no gobierna en la medida en que no tiene ni él ni sus allegados la capacidad de dar respuestas a los problemas que afectan hoy a las mayorías.
El ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, de la mano de la Cruz Roja y de la Iglesia católica venezolana, ha sido otra manera de dejar al desnudo la incapacidad del régimen de Maduro para garantizarle alimentos y medicinas a la población. Y por tanto, constituye evidencia de que Maduro en realidad no tiene ya capacidad para gobernar.
Pero más allá de las discusiones de teoría política sobre gobierno y poder, volvamos a las señales o a la ausencia de éstas.
Nada parece indicar que Maduro esté de salida. Su gobierno es inviable, es insostenible, está confrontado con Occidente, todo ello es verdad, pero Maduro sigue allí y se muestra ante las cámaras desde las instalaciones del Palacio de Miraflores, símbolo precisamente del poder presidencial en Venezuela.
El régimen cubano, aliado de Maduro, es un buen ejemplo de cómo se puede permanecer en el poder siendo una dictadura.
La permanencia de Maduro en el poder abre muchas interrogantes sobre qué debería hacer la comunidad internacional. ¿Y si Maduro decide permanecer y es respaldado por los militares sin importarle las sanciones de la comunidad internacional?
Estados Unidos ha reculado en lo que parecía una acción militar, que aunque no se descarta del todo no se ve con claridad para el corto plazo. La Unión Europea se empantanó en un llamado grupo de contacto que nada ha avanzado.
Los países americanos en el Grupo de Lima terminaron derivando hacia la ONU cualquier vía para encontrar salidas. Y México, ni chicha ni limonada, ante lo que es el mayor desafío geopolítico de América Latina en estos días.
El paso del tiempo juega a favor de Maduro. Dentro de Venezuela cada día avanza el colapso y reina la incertidumbre. En medio de las tinieblas late el anhelo de cambio, pero éste no termina de materializarse.
