Hace apenas cinco años no eran pocos los que pensaron que, a estas alturas, Catalunya sería un país independiente dentro de la UE. Durante el procés, personas muy próximas a Carles Puigdemont llegaron a abordar con individuos cercanos a las autoridades rusas un respaldo de esa potencia a la causa de la independencia catalana, aunque el president impidió que la relación fuera a mayores. ¿Qué habría pasado si Rusia llega a reconocer la independencia de Catalunya? A nadie se le escapa la estrategia de desestabilización de occidente que emana del Kremlin.
Ese supuesto no estuvo nunca cerca. Pero, ¿de qué parte se habría situado ahora Catalunya, si fuera independiente, a raíz de la invasión de Ucrania? Es un ejercicio de ficción, sin duda. A veces la historia nos devuelve oportunas referencias y, ya en los años 20, Francesc Macià viajó a Moscú para pedir el apoyo bolchevique. Con la declaración unilateral de independencia de 2017, dirigentes catalanes esperaron en vano el reconocimiento por parte de algún país. Después, Puigdemont se arrogó la tarea de promover su causa desde Bruselas por si el futuro depara otra oportunidad. Incluso ha creado un “ministerio de Exteriores libre”, que no se sabe de qué emana ni a quién representa.
Ante la invasión rusa de Ucrania, los independentistas en Catalunya se han alineado en su mayoría con Kíev, aunque ello suponga respaldar la unidad territorial de un país, su no desmembración. En 2014, cuando el independentismo catalán estaba inmerso en los preparativos del 9-N, en Crimea tuvo lugar un referéndum seguido de la anexión a Rusia mediante la intervención de paramilitares enviados por Vladímir Putin. En la primavera de ese año también se proclamó la independencia de Donetsk y Luhansk respecto de Ucrania y se celebraron referéndums que solo fueron reconocidos por Rusia.
Antes, en 2008, el Kremlin reconoció la independencia autoproclamada de Osetia del Sur y Abjasia respecto de Georgia tras un conflicto con 10.000 muertos. Esos territorios se convirtieron en estados sin reconocimiento internacional pleno, tierra de nadie. Rusia ha ido creando así zonas en las que el conflicto está congelado, en un limbo jurídico, sobre las que ejerce su tutela. Pero volvamos a Catalunya. Decíamos que el independentismo se ha situado junto a la UE y EE.UU..
Laura Borràs, presidenta del Parlament, de Junts, estandarte del enfrentamiento y la desobediencia ante el Estado español (aunque esto último haya quedado en entredicho en las últimas semanas), pidió que se resuelva el conflicto en Ucrania “por vías democráticas”, algo difícil de explicar a Putin. Victòria Alsina, consellera de Exteriors por Junts, fue clara: “El Govern condena de forma rotunda el ataque, la agresión y la amenaza de Rusia sobre Ucrania”. Y añadió que Putin hace “una perversión del principio de autodeterminación”. Sin embargo, bastantes seguidores de Junts han expresado simpatías prorrusas en las redes sociales.
El president Pere Aragonès condenó la “violación del derecho internacional” por parte de Putin y Oriol Junqueras comparó Ucrania con Catalunya. En los dos casos, dijo, hay una agresión de un Estado que quiere imponerse. Aun así, añadió, Ucrania estaría “encantada” de tener una mesa de diálogo como la que existe entre los gobiernos central y catalán.
Con una guerra en Europa, es oportuno recordar las cábalas que se hicieron durante el procés sobre si el nuevo Estado catalán dispondría de un ejército. En un reportaje
El independentismo se ha alineado con Ucrania en lugar de defender la autodeterminación de las regiones de Donetsk y Luhansk, aunque algunos vieron posible un apoyo de Rusia a la independencia de Catalunya.
En Catalunya, el no a la guerra compite, y hasta supera, a la defensa de la autodeterminación
emitido en TV3 en 2015 se barajaba desde una policía militarizada a un ejército de 20.000 efectivos que colaboraría con la OTAN. Se calculaba un coste de 3.000 millones. Puigdemont, en 2017, defendió como “absolutamente indispensable” un ejército en una Catalunya independiente: “No tengamos complejos”.
Pero el no a la guerra es tan fuerte en Catalunya que difícilmente el independentismo se manifestará a favor de Putin, ni siquiera para defender la autodeterminación de un territorio. Quizá por eso la mayoría ha optado por respaldar a Ucrania. Habrá que concluir que el apoyo al derecho de autodeterminación en Catalunya se ejerce como en España o el resto del mundo: depende de quién lo practique y respecto de qué país.