En otros países, se le denomina Libro Blanco, Política Militar y de Defensa o bien Estrategia Nacional de Defensa y Seguridad Nacionales.
Lo cierto es que democracias como la nuestra, cuentan con sólido instrumento que guía las acciones militares. A la fecha, no obstante que los titulares de las Secretaría de Defensa Nacional y de Marina Armada de México, Salvador Cienfuegos Zepeda y Francisco Vidal Soberón Sanz, entregaron a petición expresa del Presidente de la República, en junio de 2013 un primer planteamiento en la materia, sin saberse la razón, el mismo no fue difundido ni menos aún, analizado. Misterios de la burocracia civil.
Ante el inminente relevo en la Presidencia de la República, se perfila un escenario propicio para construir una plataforma programática que le permita al país, contar con una guía en las materias de defensa, seguridad e inteligencia. Por supuesto, que dicha confección, de forma alguna es competencia exclusiva de los militares. Esa visión es propia del siglo XIX o bien, desde posturas ideológicas muy alejadas de las complejidades de nuestra época. La convergencia de las más diversas disciplinas del conocimiento humano, se dan cita en las áreas y artes de la guerra.
De las ciencias experimentales a las ciencias sociales, pasando por las humanidades, la formulación de una política nacional de defensa, implica un compromiso estructural para aportar al desarrollo del país las condiciones de paz que, a su vez, garantizan la pervivencia de la democracia. Hoy día no puede negarse la fundamental aportación de las Fuerzas Armadas a la pluralidad y tolerancia, más aún en nuestro país. De allí que la creación de una base programática permita consolidar los avances logrados y propulsar hacia los siguientes objetivos.
A pesar de que hasta el día de hoy, no se conoce el contenido específico de la política de seguridad pública del próximo gobierno, es indiscutible que cualquier planteamiento o propuesta, pasa por considerar a las Fuerzas Armadas como el recurso esencial para procurar la paz y normalización de la vida cotidiana en todo el país. Por eso mismo, es que la necesidad de la política nacional de defensa implique proporcionar el contexto para la difusión de cuáles, por qué y cómo se alcanzarán los objetivos para fortalecer la independencia, soberanía y democracia.
Los próximos titulares de Defensa Nacional y de Marina Armada de México, general Luis Sandoval González y almirante José Ojeda Durán, tendrán la responsabilidad, por una parte, de continuar con el entendimiento y coordinación entre las Fuerzas Armadas y, por la otra, propiciar las condiciones para que el Ejército Mexicano, Fuerza Aérea Mexicana y Armada de México sigan siendo las instituciones mejor valoradas por la población.
El presidente electo, López Obrador, lo ha señalado con toda precisión: se trata del pueblo con el uniforme de la República. Por eso justo, deben procurarse las condiciones para que sigan siendo un baluarte de la Nación y la democracia.