El nuevo Gobierno de Estados Unidos ha consumado un cambio de estrategia sobre la solución a la crisis en Venezuela y ahora asume que el régimen debe ser parte de una solución negociada que lleve a elecciones libres, si es que estas se dan. Durante el mandato de Donald Trump, este estableció que la condición a un proceso negociador era la marcha de Nicolás Maduro, algo que intentó con su apoyo expreso al pronunciamiento fallido del 30 de abril de 2019. Según Juan González, asesor para Iberoamérica en la Casa Blanca, la estrategia actual es «la presión sobre el régimen hasta que haya pasos concretos» en unas elecciones libres.
Han sido pocos los pronunciamientos de la actual Administración estadounidense hacia Venezuela, y los que se han producido siempre se han referido a la necesidad de un consenso en la comunidad internacional y el apoyo al proceso negociador impulsado por Noruega. Este país ha sido facilitador de contactos entre la oposición encabezada por Juan Guaidó y el régimen chavista que encabeza Maduro. Esa misma oposición había dado por muerta la vía negociadora noruega en septiembre de 2019, ante la falta de interés de la Administración de Trump por ella.
Acciones humanitarias
Según dijo González, el asesor de Biden, en una reciente conversación con un reducido grupo de periodistas, EE.UU. busca «un proceso negociado que conduzca a elecciones libres y justas, y se enfocará en expandir el apoyo internacional a esa opción». «Vamos a estar muy centrados en las acciones humanitarias», añadió González, que de ese modo prioriza la respuesta a la crisis humanitaria —5,5 millones de refugiados— ante la solución política a la crisis. Para la Administración Trump, la prioridad era solucionar la crisis política porque consideraban al régimen y su perpetuación en el poder responsable de la crisis humanitaria.
Este nuevo enfoque le ha sido comunicado a destacados opositores por parte del actual gobierno estadounidense. La embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, se ha reunido con Julio Borges, representante diplomático de Venezuela ante el Grupo de Lima y comisionado para la Relaciones Exteriores designado por el presidente interino Juan Guaidó, y con Leopoldo López, opositor exiliado en España y coordinador del partido opositor Voluntad Popular. Sí que asegura González que EE.UU. no está mediando entre el régimen y la oposición —recuerda que ese papel lo interpreta ahora Noruega— pero que este periodo en que se prioriza una negociación en el que está implicado el régimen tiene una fecha de caducidad. Según González, «en términos de un plazo de tiempo, cualquier tipo de negociación debe ser seria, debe ser concreta, debe tener final y debe tener un límite de tiempo. Esos son los criterios sobre los que hemos sido muy claros. Y EE.UU., junto con la comunidad internacional, seguirá aumentando la presión sobre el régimen hasta que haya pasos concretos en esa dirección».
A pesar de que el régimen tiene ahora cierto oxígeno para negociar si es que quiere una reducción de sanciones, en especial al sector petrolífero, Maduro ha criticado recientemente a Biden y su equipo por estas peticiones de democratización. Según informa Efe, Maduro afirmó que «la Casa Blanca emplea a González, que es de origen colombiano, para amenazar». Y añadió: «Sale Juan González a amenazar a Venezuela otra vez, sale Juan González a decir que van a venir más presiones. Juan González ocúpate de tu país, Colombia, no te metas con Venezuela, y nos resbala Juan González, tus amenazas, tus estupideces». El dictador le recomendó también a González tomarse «una pastilla de lexotanil», es decir, valium, para que se le calmen los nervios con respecto a Venezuela.
Esta nueva política en Washington hacia el chavismo se practica también desde el Departamento de Estado. En este momento el puesto de coordinador de la política iberoamericana está vacante, a la espera de que el Capitolio confirme al elegido de Biden, Brian Nichols. Mientras, quien coordina esa política en funciones, la subsecretaria Julie Chung ha proclamado que «EE.UU. apoya una solución completa y negociada a la crisis en Venezuela, que se encargue de todos los aspectos necesarios para que haya elecciones libres».
En ese sentido, la diplomacia estadounidense ha aceptado tácitamente el nuevo Consejo Electoral Nacional
aprobado por el régimen chavista, integrado de forma aparentemente más equilibrada, con elegidos que representan al régimen y dos opositores.
Elecciones libres
Ese Consejo Nacional puede ser, a ojos de la actual administración norteamericana, el que por fin convoque las primeras elecciones libres desde 2015. El gobierno interino que comanda Guaidó ha rechazado que semejante decisión de Maduro vaya a permitir que haya por fin elecciones libres en Venezuela y que a estas se pueda presentar toda la oposición.
En los comicios de 2015, la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional. Maduro creó después un poder legislativo paralelo y además convocó el año pasado nuevas elecciones que la comunidad internacional condenó por fraudulentas y amañadas. La oposición, de hecho, las boicoteó. Aun así, ese nuevo CNE ha sido designado por la Asamblea Nacional resultante de esas elecciones boicoteadas y consideradas fraudulentas tanto por EE.UU. como por la Unión Europea y la OEA.