La hiperinflación es un monstruo de mil cabezas que no perdona ni a los más ricos. Las cifras que anunció oficialmente la Asamblea Nacional son de terror: en marzo se registró una inflación de 67%. En lo que va de año (apenas 3 meses) hubo una inflación de 453%, pero en un año la inflación anualizada o acumulado se disparó a 8.878,1%, Para los venezolanos la primavera ya no es motivo de despertar alegrías sino de tristezas. Y con razón, el mes de abril se anuncia con cifras fatales para la empobrecida economía familiar que ya no aguanta más golpes a sus menguados ingresos mínimos de 7 dólares mensuales.
‘’No son sólo cifras, cada dígito es una familia que no come. Detrás de este índice hay cientos de miles de venezolanos que entran a la pobreza! Y todavía quieren más años en el poder”, denuncia el ex gobernador de Miranda, Henrique Capriles, en su twitter.
Dentro de poco la inflación pegará otro salto: de cuatro a cinco dígitos. Mientras la mayoría de los gobernantes latinoamericanos, entre ellos, el argentino Mauricio Macri, sueña con tener un dígito de inflación para su país, aquí en Venezuela el régimen de Nicolás Maduro ni habla del asunto como si no existiera porque no tiene nada que ofrecer. Desde hace 5 meses Venezuela ha entrado en la vorágine inflacionaria. El año pasado cerró con 800% y este año puede pasar del 13.000%, según el Fondo Monetario Internacional. Son muchas las causas, pero la principal es la caída de la producción nacional y el cierre de empresas con todas las secuelas del paro laboral y la paralización industrial, que ha empujado al éxodo masivo de venezolanos hacia otros países. “Apenas producimos entre el 25% y 30% de la demanda, cuando antes era el 70%”, señalan los gremios agropecuarios, como Fedeagro y Fedecámaras. “No hay semillas, ni fertilizantes ni dinero para importarlos’’, es decir, en el umbral de la hambruna.
Para el diputado José Guerra, ex director del Banco Central de Venezuela, la crisis comenzó antes de que llegara Hugo Chávez al poder en 1999. ‘’Pero con la llegada del socialismo del siglo XXI en 1999 y con los mayores ingresos petroleros de su historia (1.100 billones de dólares) se profundizó la crisis hasta convertirse en una tragedia humana’’.
Para la gente de a pie conseguir ali- mentos, cuyos precios cambian todos los días, es realmente una misión imposible debido a la escasez. Los comercios remarcan los precios cada 24 horas. Antes era cada semana o de mes a mes. Ahora no esperan que los clientes asimilen los golpes sino que los suben automáticamente en las cajas registradoras.
“Es agotador perseguir los precios viejos de un día para otro”, comenta Alicia Fuenmayor. “Y si no tienes suficiente dinero para comprar y acu- mular ese producto entonces te quedas sin comer porque el sueldo no alcanza para comprarlo la próxima semana cuando sabes que costará el doble”. No hay manera de ahorrar. Todo se va en comida y medicina. La búsqueda es agotadora porque hay mucha escasez y suba de precios incontrolada. Es una locura vivir en la hiperinflación y en la escasez. Es la ruina. El 87% de la población está sumido en la pobreza, según estudios de las universidades nacionales. ■