El tema de Venezuela vuelve a recordar la diplomacia de México y la Doctrina Estrada, en recuerdo a su autor el mexicano Genaro Estrada quien fuera secretario de relaciones exteriores durante el Gobierno de Pascual Ortiz Rubio.
El principio que le rige básicamente es “la no intervención de los países en los asuntos internos de cada pueblo” ello debido a la práctica usual que había venido realizándose mediante el reconocimiento de los gobiernos extranjeros para dar legitimidad a los gobernantes, ello en materia internacional tenía un efecto al interior de los gobiernos, en el planteamiento del comunicado de Relaciones Exteriores establecido por el secretario de ese entonces menciona que México sólo se limitaría al retiro de sus representantes – esto es, su embajadorpero no iría más allá de eso, lo que significa desde luego invalidar la importancia que les representaba a los gobiernos, el reconocimiento o no de los gobernantes de cada pueblo. Queda muy claro que la no intervención en los asuntos internos no se limita a ser garante de la legitimidad de un gobernante y absolutamente ajeno a simpatías o antipatías entre quien gobierne México y quien gobierne en otro país.
En honor a la tradición diplomática mexicana, ante la duda, México debía retirar a su embajador y dejar ¡ absolutamente que Venezuela decida su futuro! Sin ni siquiera dejar sospecha de eventual intervención en sus asuntos internos, a favor o en contra, así lo hizo México ante el Gobierno de Francisco Franco en España y ante el golpe de Estado de Salvador Allende por Pinochet en Chile. Así la posición del presidente Cárdenas, en el caso de Etiopía cuando las tropas de Benito Mussolini la invadieron y expulsaron a su emperador Haile Selassie – rey de reyes que era el monarca más antiguo de la humanidad descendiente de la Reyna de Saba e insigne de los rastafaris, relacionado con la historia de los rastas de los que Bob Marley fue un famoso representante, no es casualidad que se cubran con gorros con los colores etíopes en Jamaica, que nos ocuparía otro articulo-.
Una cosa es mantenerse ajeno a las decisiones de un pueblo y no usar el reconocimiento de los gobiernos como forma de influencia o presión y otra muy ante las desgracias de un pueblo o sus ciudadanos, ante los abusos de sus gobiernos, eso si nos hace cómplices de una injusticia. Si no tenemos la certeza de la conducta de un gobernante tampoco debemos avalar sus aciertos o errores.
Es muy claro que en las relaciones exteriores de México, la postura diplomática lleva implícita también la eventualidad de correr el mismo riesgo, de sufrir el intervencionismo extranjero, es por ello que México ha mantenido su tradición con algunos tropiezos y errores, como el de Fox ante Cuba, pero no es el momento de mirar hacia otro lado ante la información de lo que sucede en Venezuela. Ante la duda mejor sería retirar al embajador, eso si sería congruente con la Doctrina Estrada y la tradición diplomática mexicana.