Aparentemente resignado a la realidad de que el gobierno de Biden en Washington no está a punto de dar un vuelco a las sanciones económicas que han estrangulado las ventas internacionales de petróleo y efectuado un serio golpe corporal a la economía de su país, el presidente Nicolás Maduro está en el proceso de abrazar a China como un aliado clave en una búsqueda más amplia para atraer inversiones a la industria petrolera de Venezuela y, con suerte, abrir la puerta a una participación en un mercado global.
Los informes de Caracas indican que los ingenieros de la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), no ajenos a la industria petrolera venezolana, junto con el personal comercial chino regresarán allí para supervisar el mantenimiento de la infraestructura petrolera venezolana y también para unir fuerzas con la compañía petrolera estatal, PDVSA, en un esfuerzo por elevar el nivel de producción.
No parece haber una indicación clara de cuál es el plan general de Caracas/Beijing, aunque las indicaciones de que los chinos podrían estar regresando a Venezuela después de dos años de prácticamente haberse mantenido alejados por completo son una señal importante. Un regreso a Caracas de la CNPC probablemente contribuirá en gran medida a los esfuerzos de Venezuela por triplicar su producción de crudo para fines de 2021, objetivo que, de alcanzarse, marcaría una recuperación considerable de las devastadoras pérdidas que ha sufrido la economía del país a causa de las sanciones impuestas a las exportaciones de crudo por los Estados Unidos.